vidal problema

cuando lo que no soy me trastoca, me angustia, me aniquila sádicamente... cuando la inexistencia se apodera de mi... confundida, llena de miedos y débil vuelvo a casa. sintiendo una repugnancia por mi, difícil de superar.

vuelvo corriendo por mi vida... a refugiarme inútilmente de la misma.
ni una gota de llanto brota de mis resecos dentros pero sí que me duelen las grietas que ahondan el camino al infierno. y maldigo mi ser -o no ser.

¡estúpida patología! corrosiva, carroñera que me deja inútil cual tierra baldía. habitada por fantasmas, vagabunda y gastada. sólo me consuela el pensamiento de mi muerte.

imagino un negro tan puro que alberga santa nada en paz.

(recuerdo una tarde, cuando puber, iba a la cocina a saludar a mis tías que merendaban con mi madre, y escuché que hablaban de mi: “... lo intenté casi todos los días, dejando que las olas golpearan fuerte mi estómago. pero venía bien agarrada." duro golpe. más por lo que quise entender en ese momento super hormonal, que por lo que realmente quiso decir ella. total dolió pero no hice irigote. obviamente tampoco llegué a saludar. después de eso, vapuleé a mi madre por años; aferrándome a mi voluntad y a un orgullo hoy muy necesitado).

cuando este reseco vacío, que no se parece para nada a ese negro oscuro en santa paz, se impone cárcel insegura en mi misma, es un vidal problema de números rojos que tiene por denominador a un devaluado yo, sobre un sobrevaluado otro, multiplicado por la temible soledad.

... lo único que me aferra a salir es ella.

Comentarios

  1. No debemos la vida. A nadie. Somos parte de la vida. Como no le debes al avión el viaje, o al auto el traslado. Es el orgullo el que reseca, el que carcome. Y es la bondad, la que siempre tienes agazapada en la mirada la que humedece y limpia.

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